La ahora novia de Bradley Cooper, ex de Cristiano Ronaldo y modelo de profesión, ha explicado cómo de duros fueron sus comienzos en el mundo de la moda, cuando tras un periodo de tiempo en París sin encontrar trabajo y sufriendo crueles comentarios de sus propias compañeras tuvo que plantearse si realmente servía para trabajar en la industria.
"Mi hermana mayor iba a una escuela de estética que estaba al lado de una escuela de modelos, y me dijo que me encontrara con ella allí. Un día un agente se acercó a mí. Quería que fuera a París. Tenía 20 años, y eso ya es muy tarde para comenzar como modelo. Nunca había estado antes en nada parecido. Fue duro. No hablaba el idioma, no tenía dinero. Vivía en un apartamento con otras modelos y algunas de ellas se reían de mí. París fue una época muy difícil para mí. Pero pensé que no podía volver a mi pueblo sin nada, tenía que hacer algo de dinero al menos. Pero era imposible, así que tras seis meses me fui a Barcelona y fue allí donde gané mi primer sueldo", cuenta la modelo de 29 años al Daily Telegraph.
Ya convertida en modelo, Irina ha disfrutado de las mieles del éxito, algo que no habrá sido del gusto de todos, ya que según ella misma confiesa, hay personas que no le tienen mucha estima.
"Algunas personas piensan que no soy amable. Soy rusa y puedo ser muy rusa, pero soy una rusa amigable. Soy una persona muy agradable, aunque a veces la gente no sabe eso. Soy muy directa. Si me gustas, me gustas. Si no me gustas, entonces ni trates de acercarte a mí", explicó.
Publicidad
Sea por su fama de persona complicada o por cualquier otra cosa, Irina reconoce que encuentra su carrera "difícil".
"Es un mundo muy difícil. Es muy competitivo. La gente que no conoce nuestra vida piensa: 'Es guapa, lleva un bonito vestido, sonríe y le pagan un montón de dinero por nada'. Pero no, es un trabajo duro", concluyó la modelo.
Publicidad