Pese a su juventud, el actor Daniel Radcliffe suele someterse a varios electrocardiogramas al año de forma rutinaria para comprobar que la medicación que toma para controlar su presión sanguínea debido a unos incómodos dolores de cabeza no causa estragos en su salud.
"Es cierto que tengo que tomar medicación para mi presión sanguínea, y realizarme algún electrocardiograma de vez en cuando. Pero no hay por qué preocuparse, estoy perfectamente", aseguró el joven al periódico The Guardian.
Así que, lejos de inquietarse más de lo necesario por cualquier tipo de problema de salud que pudiera derivarse de su condición, el intérprete británico no duda en bromear sobre los maleducados comentarios que, en ocasiones, ponen en duda su buen estado de salud. De hecho, Daniel vivió un desagradable episodio en su visita más reciente a la embajada estadounidense para una entrevista relacionada con su visa, durante la cual uno de los empleados no dudó en expresar su preocupación por su "aspecto cansado".
"Me quedé de piedra, pensando: 'Muchas gracias, jodi** persona de la embajada a la que no conozco de nada....'", añadió.
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Sin embargo, Daniel no puede negar que, de forma general, vive sometido a demasiada presión debido a los altos estándares de exigencia que se impone a sí mismo en todo lo tocante a su carrera profesional.
"En el fondo, creo que me veo obligado a poner toda esa presión sobre mí mismo porque quiero hacerlo lo mejor posible. Puede que no sea la manera más saludable de desenvolverse, pero sinceramente, desde que tenía 20 años, en cada entrevista que he hecho me han preguntado sobre la posibilidad de que fracase como actor. Así que cuando te recuerdan esa posibilidad tan a menudo, empiezas a reaccionar. Mi manera de hacerlo era diciéndome: 'Que les jod**, así puedes ser atrevido ahora, tomar unas cuantas decisiones arriesgadas y ver a dónde te llevan'", concluyó.
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