Tras haber superado su propia batalla contra la anorexia y la adicción a los fármacos, Demi Moore se ha visto obligada a revivir una de sus etapas más difíciles a través de su hija Tallulah, después de que la joven ingresara en rehabilitación el pasado mes para luchar contra su adicción a las drogas y al alcohol.
Al parecer, la actriz no puede evitar culparse a sí misma de haber transmitido sus propios problemas a la benjamina de la familia, una convicción que la ha sumido en una profunda tristeza.
"Tallulah está progresando poco a poco, pero Demi está destrozada. Está convencida de que ha heredado de ella sus problemas con el alcohol y las drogas. Su hija mayor Rumer está muy preocupada, y está tratando de ayudarle a superar este trauma. Pero Demi no para de llorar", aseguró una fuente a la revista Grazia.
Sin embargo, el resto del clan Willis está convencido de que tanto Demi como su ya exmarido Bruce Willis -padre de Tallulah (20), Scout (23) y Rumer (26)- han tomado la decisión correcta obligando a su hija a ingresar en una clínica para seguir un tratamiento intensivo.
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"Sus allegados no paran de repetirle que ha hecho lo mejor para Tallulah convenciéndola de que acudiera a rehabilitación, pero no puede evitar sentirse culpable. Por el momento lo único que puede hacer Demi es apoyar a su hija y esperar que todo salga bien", concluyó.