Natalia está desesperada: su hija ya no vive con ella y su mamá está insoportable, pero ha encontrado en Víctor un amigo con el cual desahogarse y pedir ayuda. Él, sin ningún pero, se ofrece a ayudarla para que viva con ella unos días.
Víctor termina por acompañarla a su casa para que recoja sus cosas y se pueda ir a vivir con él. Pero al entrar descubre que la mamá de Natalia es una acumuladora compulsiva y termina enfermo por aceptarle un plato de comida viejo.