En el país de los ‘doctores’, hay un grupo que se aprovechó de la dignidad que les da el título, aunque le quitaron la c, son también especialistas en curar algunos males como la tristeza, la amargura o el desamor y todo a punta de carranga. En las montañas en una vereda en Norte de Santander, estos ‘dotores’ se graduaron con honores, pero a ritmo de tiple, requinto y guacharaca.
Contra todos los pronósticos, Carlos Rodríguez, un maestro de primaria en Norte de Santander, y sus Dotores de la carranga, lograron convertirse en una de las agrupaciones más reconocidas de este género en el país. Supieron mezclar las vivencias y el trabajo duro del campo con los sonidos típicos y una voz muy potente que suena más allá de las fronteras.
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