Las buenas intenciones de Miguel Morales se van a la basura por culpa de Carmelo, quien arma una fiesta en casa del Pote para evitar que la gente del pueblo asista a la parranda vallenata. El joven logra su cometido y a Ninfa no le queda otra opción que vender el restaurante, ya que no lograron reunir el dinero para la operación de su padre.
Y es nada más y nada menos Carmelo quien se ofrece a comprarlo y ahora se convertirá en la piedra en el zapato entre Miguel y Nevis en el negocio.