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Cabezote Los Informantes

La sabrosura de la chef Leonor Espinosa y la rebeldía que ha marcado toda su vida

Leonor Espinosa, elegida mejor chef femenina del mundo, es irreverente y tan atravesada como los platos que se inventa o sus opiniones políticas del actual gobierno.

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Leonor Espinosa es irreverente y tan atravesada como los platos que se inventa y cada vez que puede también les pone sal y pimienta a sus opiniones sobre el actual gobierno. Lo que más le gusta en la vida es ir a La Mojana, al Pacífico, el Caribe y a la selva para encontrar y redescubrir tanta comida rica que tiene este país. Los Informantes se metió con ella en la cocina y hablaron inclusive de ese día de enero cuando nació en reversa hace 60 años.

Y por eso mi mamá decía no puede ser posible que de seis hijos una me saliera atravesada. Nací de culo, definitivamente nací de culo, pero agradezco haber nacido el culo porque soy lo que soy seguramente por haber nacido al revés”.

La entrevista estaba por finalizar y no faltaban estas imágenes de apoyo caminando por su apartamento en Bogotá y ella, Leonor Espinosa De La Ossa, la mejor chef del planeta va soltando semejante frase que en realidad termina definiéndola. Es uno de esos seres que hacen todo al revés, arbitrarios y desfachatados que no caben en moldes ni se describen con etiquetas. “Así rebelde y curiosa y fui imparable, sufrí de haber hecho sufrir a mis papás y a mi familia, pero yo no sé por qué nací así, de no me importa, yo hago lo que se me dé la gana, le guste o no le gusta la gente”.

Nos tocó mover la cámara para lograr un encuadre que se ajustara el formato del programa y casi no lo logramos, la luz ya era escasa. Eso es ella, con sus 60 años, sus manos llenas de anillos, sus brazos tatuados, sus pintas largas, su pelo rojo y que de pronto pensó que podía ser de todo en la vida menos cocinera, un oficio que se encontró a los 35 años luego de haber ejercido como publicista, economista y hasta artista de cierto calibre. “Haber estudiado en una escuela de Bellas Artes y haberme criado entre los dos mundos de la Cartagena visible y la invisible”.

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Leo o Leonor como le dice su mamá, se crio en una casona de jardines y patios en el pie de la Popa en Cartagena. Las vacaciones obligadas eran en Sincé, en Sucre, un pueblo que queda a unos 50 minutos de Sincelejo y pegado a la región de La Mojana, al lado de su abuela, una matrona sucreña que cocinaba de día y de noche y además la ponía a repartir comida en el pueblo a pleno sol.

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