Ismael encuentra al mejor postor para vender su gran mansión y se queda sin un peso, por lo que debe irse a vivir a la casa de Armida y acostumbrarse a vivir ahorrando cada centavo que gana ella en su academia de baile.
Él parece entender a la perfección todo lo que Armida le explica de esta nueva vida, pero parece que las cosas que ella tiene en su casa no son de su agrado y las regala todas para comprar nuevos muebles.
Además, con la poca plata que tenía pide domicilios y otras cosas que podría ahorrar. Para colmo de males, Armida debe recibir a Magdalena en su casa porque ella ya no tiene como pagar el hotel donde vivía.