Armida siente que está viviendo el peor momento de su vida con todas las cargas y presiones que maneja como presidenta de la aseguradora. Por esto, decide que la mejor idea es decirle a Tiburcio que se encargue de todo.
Esto no le cae muy bien a Ismael, quien le asegura que ese puesto no le vendrá nada bien a su sobrino. Pero al mismo tiempo, Ismael necesita la ayuda de Armida para salir de todo este lío. Ella se ofrece a colaborarle en lo que necesite, pero con una condición: el divorcio.