El Chema se transporta a sus primeros años en el mundo del narcotráfico y recuerda cómo reaccionó su madre, Elvira, al enterarse de sus andanzas y ver que siendo tan joven no podía resistirse a tener un arma entre sus manos.
Él intenta persuadirla y suavizar la situación, pero su madre teme por la vida de El Chema, y le pide no seguir los pasos de su padre aunque ya es demasiado tarde.
Elvira cuestiona a Ricardo por creer que fue él quien le entregó el arma al Chema, mientras su hijo llega a la casa de un hombre que le hace entrega de un arsenal de fusiles y escopetas con las que se convertirá en sicario.
Su primer ‘mandado’ es quitarle la vida al coronel.