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“En Colombia debemos empezar a hacer más programas positivos”: Darío Arizmendi

El hombre de radio nos reveló qué tipo de televisión ve, cómo recuerda la llegada del primer televisor a su casa y analiza los cambios que ha tenido la industria durante sus 60 años en Colombia.

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Entre risas y anécdotas  Darío Arizmendi habló de sus inicios en la televisión, de la diferencia de esta caja mágica con la radio y envió un mensaje para hacer una televisión más responsable en nuestro país.

¿Cómo recuerda la primera vez que vio televisión?

En ese momento yo estaba muy chiquitico y evidentemente eso era como una magia; uno no podía creer lo que estaba viendo. Obviamente la televisión congregaba, en el caso de mi casa no solamente a mis papas y a mis ocho hermanos, sino también a los vecinos. Recuerdo la sala de mi casa por lo menos con 20 o 30 personas que iban a ver la programación en blanco y negro; todos éramos embobados viéndola.

¿Recuerda algún programa que veía en esa corta edad?

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Recuerdo programas como ‘Lassie’, el padre García Herreros, películas como ‘Yo y tú’, ‘Animalandia’ con Pachecoy varios programas que incluso se mantuvieron durante muchísimos años.

¿Cuál fue ese primer acercamiento, ya como profesional, al mundo de la televisión?

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Casualmente cuando era director del periódico El Mundo en el año 1982, siendo presidente Belisario Betancourt, casi al final de su mandato, cuando se crearon los canales regionales. Ya existía Teleantioquia y el periódico El Mundo ganó una licitación para tener un noticiero. Aunque no tenía una relación cotidiana y directa con ese noticiero de alguna manera influía en su contenido y en la preparación de los periodistas que prácticamente eran los mismos del Mundo, al servicio del formato informativo, que era de fines de semana y de días festivos.

El segundo acercamiento fue cuando en Teleantioquia, con la autorización del Ministerio de Comunicaciones, hizo prácticamente el primer canal privado de televisión sin pasar la señal por Inravisión. Recuerdo que se realizó en compañía de Caracol televisión, siendo presidente Diego Fernando Londoño.

En ese momento nos asociamos y con Televideo hicimos una programación de todo un puente, fueron 72 horas continuas como canal privado. Como olvidar que hacíamos noticieros, teníamos películas, programas de opinión en directo, programas con la gente, reporteros en calle. Ahí fue el primer gran ensayo y la primera vez que yo empecé a pensar que algún día posiblemente me gustaría hacer televisión.

¿Para esa época, qué inconvenientes se presentaban?

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Evidentemente existía el problema de cobertura, pero al mismo tiempo había unas limitaciones económicas, derivadas de la misma pauta publicitaria; no había suficientes piezas, no había suficiente presupuesto, la gente no sabía pautar en televisión, los anunciadores tenían mucha desconfianza de la penetración y de las cifras que se decían sobre la expansión de la televisión en Colombia, todavía estábamos en blanco y negro.

Cuando se da el salto al color es cuando ya viene un desarrollo. ¿Quién se hubiera imaginado que hoy por ejemplo sería posible estar viendo en Colombia televisión en alta definición? Nadie.

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¿En qué momento empieza a pasar más tiempo frente a cámara?

Yo ya empecé a pensar que me gustaba pero me daba mucho respeto hacer televisión, como cualquier cosa en la vida uno se lo tiene que tomar enserio, profundamente, con responsabilidad. Cuando llegué a Bogotá para remplazar a Yamid Amad, desde el 15 de Enero de 1991, me acerqué más al tema.

Yamid hacía un programa en Caracol Televisión  que se llamaba ‘Reportajes Caracol’ y desde que llegué, Mabel García, quien en ese momento era la presidenta del canal, me dijo: “Te invitamos a que piensen en la posibilidad de que tú también dirijas y presentes el programa”.

A mí me pareció muy atractiva la oferta, fascinante, porque además el género de entrevista me gustaba mucho desde que era periodista de prensa escrita.

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Empecé, pero rápidamente le cambie el nombre de común acuerdo con el Canal. Se convirtió en un programa de opinión llamado ‘Cara a cara con Darío Arizmendi’. Estuvo al aire 13 años, en los que hicimos más de 700 programas, posicionado en un horario privilegiado; primero a las 8:00 p.m., después a las 8:30 p.m., lo pasaron a las 9:00 p.m., luego a las 10:00 p.m. (risas). Cuando se vio la competencia de los canales privados, las telenovelas y los realities entendimos que el programa no iba a tener mucha cabida, pues no era competitivo frente a una novela o frente a una película.  

Todavía la gente me pregunta por qué no volví a hacer ‘Cara a cara’, lo recuerda con mucho cariño. Tuvimos personajes de todo tipo, deportistas como Pelé, presidentes del mundo, actores, actrices, hasta personajes colombianos desconocidos. Era un cara a cara donde procurábamos presentar personaje ejemplarizantes, gente que tuviera cosas que decir aunque no fueran conocidos.

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Hicimos conocidos a muchos personajes de un alto valor, colombianos del común, también científicos, escritores, poetas, músicos; era un programa tan variado que la gente decía: “hombre con que van a salir esta semana”, pues casi que cada fin de semana era una sorpresa.

¿Cuál fue su mejor 'Cara a cara'?

Recuerdo muchos, García Márqueznos dio el último reportaje en 1991, por ejemplo. Pero hay un entrevistado que a mí se me quedó grabado para siempre, era un desplazado por la violencia.

Cuando apenas empezaba el fenómeno del desplazamiento en Colombia me lo ofreció mi asistente Ana Maria Echeverri, que en ese momento me dijo: “Te tengo un personaje divino, es un campesino, de 1.80 de estatura, tan flaco que se le ven los huesos del hambre, tiene siete hijos, desplazado, le quitaron la finca y tiene una historia tan conmovedora”. Cuando lo conocí supe que valía la pena.

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Discutí el tema con Mabel García y le dije: “te garantizo que te vas a conmover, que va a llorar la mitad del país. Él no solamente tiene ese drama de la violencia, lo hijos y la esposa, sino que el tipo habla muy bien; con sabiduría campesina, con sensibilidad desde el corazón. “Eso va sensibilizar a mucha gente que cree que eso es una cosa que pasa así no más, no es un fenómeno masivo”.

Efectivamente cuando el programa se emitió, fueron dos entregas a falta de una. Mabel me llamó emocionada y me dijo: “Darío tenías toda la razón, el raiting ha sido el más alto hasta este momento de todo tu programa. Pero fuera de eso, ¡qué tipo!”.

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Ese es el ‘Cara a cara’ que más recuerdo.

¿Qué cambios ha visto en la industria?

¿Qué colombiano puede decir que nunca ha visto televisión o que no ve televisión al día 20 minutos, una hora, hora y media? Realmente el cubrimiento y la penetración que tiene la televisión cada vez se dan más con la competencia. La cantidad de canales que se pueden captar ahora es impresionante. Antes uno tenía la necesidad de poner unas antenas parabólicas donde vivía para tratar de robar señal de los canales extranjeros, ya eso no es necesario, desde el teléfono tiene la señal en directo.

¿Darío Arizmendi qué ve en televisión?

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Veía por supuesto ‘El Radar’ porque éramos parte integrante con algunos de mis compañeros de radio, pero  lamentablemente desapareció;  veo noticiero, algunos realities, veo ‘La Voz Colombia’  cuando va en la recta final, veo mucho deporte y en materia de películas, una película un fin de semana fundamentalmente.

Hablemos del proyecto de 'Entérate'

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Me proponen asumir la dirección y el manejo del programa y yo acepté encantado, ya le había cogido el gusto a la televisión y me parecía un reto muy interesante tratar de seleccionar los contenidos que pudieran ser chéveres y fuera de eso informativamente enriquecedores para esos más de cinco millones de colombianos que viven en el exterior. Además me había dado cuenta que cuando uno está en el exterior el único contacto que existía era la radio y la televisión; el colombiano puede que resida en Miami, los Ángeles, New York, pero sigue con el corazón en Colombia.

Cuando voy a Estados Unidos en el aeropuerto hay gente que me para y me comenta programas, me piden que les hable del proyecto de ley sobre la inmigración, me dan temas, etc.  Yo simplemente les hago la misma pregunta: ¿y ustedes que ven? A lo que responden: “¡Todo!”.

La señoras desde luego viven con el aparato prendido y con el Canal Caracol puesto,  se saben la programación se saben los nombres, a uno le preguntan por gente que incluso yo no conozco en el mismo canal; me muero de la risa. Ellos ven todo, sea bueno, malo, regular; lo ven todo!

¿Cuál cree usted que debe ser la función de la televisión en Colombia?

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Una labor de inclusión, de integración, de formación, de nacionalidad, de trasmisión de valores que se han perdido notablemente por tantas cosas que nos aquejan de manera negativa en las últimas décadas.

Debe ser una televisión entendía que tenga que exaltar más, defender y hacer hincapié en la importancia de la laboriosidad del trabajo honesto, honrado, íntegro; debe infundir en la importancia en que la gente vaya a la escuela, haga su bachillerato, se prepare y estudie para que realmente pueda progresar, para que esa gente no esté condenada, como decía García Márquez, a 100 años más de soledad, sino que encuentre como se ha dado en otros países en vía de desarrollo una razón de ser y de pertenecer a este país. Yo creo que la televisión colombiana tiene que despertar más a hacer programas positivos, programas ejemplarizantes.

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Pero hay demasiada violencia y asuntos que hablan muy mal de nosotros como país, yo no digo que eso no se refleje, pero en ocasiones le dedicamos más horas de la cuenta a lo negativo. Si Colombia tiene tatas cosas bonitas, maravillosas, extraordinarias, ¿qué sentido tiene que únicamente explotemos de una manera morbosa la parte mala, la parte negativa?

Hagamos una cosa con más equilibrio y demostrémosle a la gente que sí se puede, que se puede trabajar honradamente, que se puede vivir dignamente sin necesidad de acudir al narcotráfico, ni a robar, ni a matar. Hay que enfatizar en que la vida vale, que la vida es el principal valor del ser humano que Dios nos ha regalado; creo que la televisión tiene que profundizar mucho en ese sentido.

Se cumplen 60 años de la televisión colombiana…

¿Parece que fue ayer, no? 60 años son seis décadas, el promedio de vida en Colombia no pasaba de los 65; ya ha subido por fortuna en la medida en que la gente se alimenta mejor, tiene mejores condiciones de vida que hay unos servicios de salud, que con toda las deficiencias que puedan llegar a tener ya hay una cobertura casi del 90 por ciento a nivel Nacional.

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Es que Colombia ha cambiado y progresado. La historia de los últimos 60 años en Colombia está en la televisión y en sus archivos. La memoria histórica está hoy más íntegra que en cualquier otro medio de comunicación.

¿Cómo ve el futuro de los programas periodísticos para televisión?

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Muy sólido, porque esos programas cuando están bien hechos los dirigen profesionales, tienen buena documentación, buena investigación, se hacen como toca, se les invierte un presupuesto, en todos los países serios esos programas son exitosos.

Todos los géneros en la televisión pueden perdurar, si están bien hechos  y eso esta demostrado en el mundo entero.

¿Recuerda su personaje en ‘Los rencauchados’?

(Risas) Yo me reía mucho, me ‘mamaban gallo’ y en la calle me decían cosas, pero yo lo tomaba siempre bien, me sentía honrado de que me tuvieran en cuenta al lado de muchísimos otros personajes así fueran caricaturizados o ridiculizados. Pero creo que ese tipo de programas son de temporada, entonces yo sé que los rencauchados volverán.

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¿Para dónde cree que va la televisión en Colombia?

Vaya usted a saber. Cualquier cosa que uno en este momento pueda soñar, imaginar o aventurarse a decir es como Julio Verne en su momento. ¡Es imposible!

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Esto va tan rápido que casi que vamos hacia una televisión personalizada, donde uno escoge sus propios contenidos y hace su propia parrilla de programación de acuerdo con sus gustos, con sus hobbies. El día de mañana todo eso se me va a dar automáticamente en la medida en que yo lo seleccione. Ya todo se manejará en el futuro a través del teléfono celular.

REDACCIÓN CARACOLTV.COM

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